En una reflexión previa, mencionamos que el talento para escribir se forma a partir de una idea, el conocimiento para desarrollarla y la disciplina para emprender la labor. Sin embargo, estos elementos son solo el comienzo para poder escribir un libro. Lo que realmente puede ayudar a sostener la labor hasta el final es la perseverancia.
Comenzar a escribir un libro es relativamente sencillo, pero mantenerse en la tarea hasta culminarla es un desafío. A lo largo del proceso, nos podemos encontrar con diversas dificultades, como quedarnos atascados en ciertas partes, necesitar más tiempo para investigar, desanimarnos al sentir que no avanzamos al ritmo deseado, pensar que no lo lograremos, o sentir que no estamos plasmando lo que realmente deseamos expresar, entre otras inquietudes que pueden socavar nuestro ánimo en el trabajo.
En esos momentos, lo único que puede ayudarnos a continuar con la tarea es la perseverancia. La perseverancia se define como la virtud que nos brinda la fuerza necesaria para mantenernos en una labor hasta alcanzar el objetivo propuesto, en nuestro caso, terminar de escribir un libro. Ser perseverante implica seguir adelante a pesar de los obstáculos, los problemas, el desánimo o cualquier otra cosa que se interponga entre nosotros y nuestra meta.
Esto implica superar el cansancio, la frustración, la indecisión, las críticas de los demás, la autocrítica y el desánimo, y así poder continuar la labor de manera sostenida. Para esto, es necesario tener la fuerza de voluntad para resistir todos los aspectos negativos que obstaculizan nuestra tarea, la convicción de que podemos alcanzar la meta y la paciencia para entender que una tarea compleja como la escritura requiere tiempo.
De esta manera, la perseverancia es algo que todo escritor debe desarrollar para culminar con éxito su obra.
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