El escritor ¿nace o se hace?




Una de las interrogantes más debatidas en lo que respecta a los escritores de ficción es si la habilidad que tienen para plasmar sus palabras de manera estética es una habilidad innata con la que han llegado al mundo, o si, por el contrario, se desarrolla a partir de distintas acciones que permiten consolidar su capacidad. En otras palabras, ¿un escritor nace o se hace?


Existen varias posturas al respecto.


La primera de ellas sostiene que un escritor nace con una facultad especial y distinta a la del resto de los seres humanos, lo que le permite no solo crear historias maravillosas en su mente, sino también plasmarlas con un sentido especial de la estética que cautiva al lector con cada palabra que lee. El sustento central de este argumento es la existencia de aquellos escritores que, sin mucha instrucción en el ámbito literario y desde edades tempranas, han logrado crear mundos posibles con una habilidad que parece haber sido otorgada por un ser supremo. Quienes apoyan esta posición argumentan que existe algo llamado talento, algo así como un don casi sobrenatural que les ha sido conferido al nacer y que los guía casi instintivamente por los caminos de la escritura. No es raro escuchar a algunos escritores decir frases como "a los seis años ya había escrito mi primer cuento" o "gané un concurso con una poesía que escribí en el colegio cuando tenía ocho años". Aunque pueda sonar jactancioso, no son historias inventadas, de hecho, hay personas que parecen nacer con una facultad que les permite escribir ficción de una manera única.


Otra postura sostiene que un escritor se forma a partir de acciones conscientes y organizadas que le permiten adquirir habilidades y destrezas para producir obras literarias. En primer lugar, consideran necesaria una formación que les permita comprender el significado de la literatura y sus distintas manifestaciones, lo que conlleva a aprender todo lo que implica un texto de ficción y la manera en que este debe construirse. También es necesario tener en mente un gran cúmulo de lecturas que les permitan interiorizar las formas propias del texto literario. Incluso, lo más recomendable es que estas lecturas pertenezcan al género que se desea escribir. Además, es pertinente ejercitar la escritura de forma constante, probando distintas técnicas que les permitan desarrollar las destrezas necesarias para crear una obra de ficción de calidad. Asimismo, se recomienda rodearse de expertos con quienes compartir sus escritos para que estos puedan brindar apoyo y asesoría, contribuyendo al mejoramiento continuo del texto y al desarrollo óptimo de las habilidades del escritor. Desde esta perspectiva, escribir es un ejercicio consciente que requiere análisis, estudio, profundidad y práctica por parte del escritor para producir un texto literario que resulte agradable al lector. La mayoría de escritores y estudiosos respaldan esta posición, ya que la experiencia ha demostrado que incluso aquellos que no han mostrado señales de poseer el don extraordinario de la escritura desde temprana edad pueden convertirse en grandes autores.


Desde nuestra perspectiva, más que nacer o hacerse, lo fundamental es el deseo de hacerse. Esto significa que más que una predisposición innata o un don especial, lo que posee el escritor es una voluntad, un deseo y un gusto particular por narrar las historias que rondan en la mente de todos nosotros. A partir de ese deseo, surge la formación, es decir, buscar distintas estrategias, concepciones, herramientas y técnicas para plasmar en el papel lo que cruza por la mente. Quien verdaderamente desea dedicarse a la profesión de la escritura, independientemente de poseer o no una facultad especial, debe partir de la voluntad y el deseo, lo que lo impulsa a capacitarse a través de diversos medios: leer diferentes textos, aprender de otros escritores, tomar cursos, estudiar libros de creación literaria, asistir a encuentros de escritores, documentarse sobre escritura narrativa, poética o dramática, practicar la escritura, compartir sus escritos con otros, y atender los consejos de personas expertas, entre otros.


Así que, en respuesta a la pregunta planteada en el título, un escritor se forma a partir de su deseo más que de una predisposición innata o un don especial, ya que involucra la voluntad y, al mismo tiempo, la acción para desarrollar las habilidades necesarias que le permitan cumplir su propósito: escribir ficción.





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