¿Qué es la focalización y cómo influye en la narración?



Cuando hablamos de escritura narrativa, uno de los elementos más cruciales, pero también menos comprendidos por quienes se inician en el oficio, es la focalización. Este concepto, fundamental para construir una historia coherente y significativa, determina desde qué punto de vista se filtra la información dentro del relato. Aunque muchas veces se confunde con el narrador, la focalización va más allá: se refiere a la perspectiva cognitiva o sensorial a través de la cual se accede a los hechos narrados. Es, en otras palabras, quién ve, quién percibe, quién siente dentro de la historia. 


¿Qué es la focalización? 


La focalización es el mecanismo mediante el cual el narrador selecciona, organiza y transmite la información al lector según una perspectiva concreta. No se trata solo de quién narra la historia (el narrador), sino de quién percibe la historia dentro del mundo narrativo. Así, una misma historia puede cambiar radicalmente según quién sea el personaje focalizador. 


Por ejemplo, una escena de batalla contada desde la perspectiva de un soldado temeroso tendrá un tono, unas emociones y unos detalles muy distintos a si es contada desde un general experimentado. Aunque ambos estén presentes en la misma situación, el punto de vista que se elija para focalizar determinará la forma en que el lector vivirá esa escena. 



Características principales de la focalización 


La focalización tiene varias características clave que conviene tener presentes: 


1. Control de la información: El narrador filtra lo que el lector sabe en función de lo que sabe el personaje focalizador. 


2. Subjetividad: Permite entrar en la mente de un personaje, percibir el mundo como él lo hace, con sus emociones, prejuicios y limitaciones. 


3. Distancia narrativa: Marca la cercanía o lejanía emocional del lector respecto a los personajes y los eventos. 


4. Flexibilidad: Puede cambiar a lo largo de la narración, adaptándose al ritmo, al tono o al propósito de la historia. 



Tipologías de focalización 


El teórico Gérard Genette propuso una clasificación ampliamente aceptada que distingue tres tipos de focalización: 


1. Focalización cero: El narrador lo sabe todo. Es el clásico narrador omnisciente. Conoce los pensamientos de todos los personajes, el pasado, el futuro, y puede intervenir con juicios y comentarios. No hay una perspectiva limitada. 


2. Focalización interna: El narrador se restringe a la perspectiva de un personaje (o varios, si hay cambio de focalización). Solo se sabe lo que ese personaje ve, siente o piensa. Aquí se construyen relatos con mucha carga emocional o psicológica. 


3. Focalización externa: El narrador actúa como una cámara. Solo se narra lo que se puede observar desde fuera. No se accede a los pensamientos ni a las emociones internas de los personajes. 



Ejemplo  


Imaginemos una escena simple: una niña entra por primera vez a un internado. 


Si se usa focalización cero, el narrador podría contar que la niña está nerviosa, que los profesores la observan con curiosidad, y que una compañera que pronto será su mejor amiga la está esperando tras la puerta. 


Si se usa focalización interna desde la niña, el lector se sumergirá en su nerviosismo, sus pensamientos inseguros, el olor a madera vieja del pasillo, el eco de sus pasos, y el miedo a no encajar. 


Si se usa focalización externa, solo sabremos que la niña camina despacio, mira a los lados, y que frunce el ceño. No sabremos qué siente, pero percibiremos su inquietud a través de sus acciones. 



Ventajas de usar la focalización 


Utilizar la focalización de forma consciente le da al escritor múltiples beneficios: 


1. Profundiza la psicología de los personajes, permitiendo retratos más complejos y humanos. 


2. Genera empatía en el lector, al invitarlo a vivir la historia desde dentro. 


3. Controla la tensión narrativa, ya que al restringir la información se pueden crear sorpresas, misterios o revelaciones efectivas. 


4. Ofrece múltiples ángulos de una misma historia si se cambia de focalizador en distintos momentos. 



Retos de la focalización (y cómo superarlos) 


1. Inconsistencias en la perspectiva: A veces el narrador revela información que el personaje focalizador no puede conocer. 

Solución: Revisa cada escena preguntándote: ¿puede este personaje saber esto en este momento? 


2. Focalización inestable: Cambiar de foco sin avisar al lector puede causar confusión. 

Solución: Señala claramente los cambios de perspectiva mediante saltos de escena, marcas visuales o cambios de capítulo. 


3. Poca profundidad emocional: Una focalización mal usada puede quedarse en la superficie. 

Solución: Aprovecha los sentidos, recuerdos y pensamientos para enriquecer la experiencia sensorial del lector. 


4. Exceso de introspección: Quedarse demasiado tiempo dentro de un personaje puede volver la narración densa. 

Solución: Equilibra la introspección con acción o diálogo para mantener el ritmo narrativo. 


5. Dificultad para mostrar hechos clave: Si el personaje no está presente en una escena importante, puede parecer que el lector se pierde algo. 

Solución: Usa otros recursos como cartas, relatos de terceros o cambios bien justificados de focalización. 



¿Cuándo se recomienda usar la focalización? 


La focalización es especialmente útil cuando se busca explorar el mundo interior de los personajes, generar tensión narrativa o controlar la información que se entrega al lector. Las novelas psicológicas, los relatos intimistas, las tramas de misterio o los dramas familiares suelen sacar gran provecho de este recurso. También es ideal en historias donde lo que ocurre en la mente del personaje es tan importante como lo que ocurre fuera de ella. 


Por otro lado, en narraciones épicas o corales, es común alternar focalización interna entre varios personajes, o recurrir a una focalización cero para mantener una visión más global. Lo importante es que el uso de la focalización responda a las necesidades de la historia y no sea solo una elección arbitraria. 


Comprender y dominar la focalización es una herramienta esencial para cualquier escritor que busque narrar con intención y profundidad. Elegir correctamente desde qué mirada se cuenta la historia no solo define la información que recibe el lector, sino también cómo la percibe emocionalmente. Usar la focalización de forma consciente puede marcar la diferencia entre una narración plana y una historia envolvente, cargada de matices y significado. Al final, escribir también es decidir desde dónde mirar. 


 




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